Abrazado con la luna
en las manos de la melancolía,
suspirando, anhelando,
dulce mi faz acaricia
eriza mi piel la brisa.
Recuerdos tocan la puerta
reverberan racimos esparcidos,
sus rastrojos, hojas muertas,
ornan el viejo jardín
donde alguna vez sonreí.
Amé tanto, perdí tanto,
mi pecho, un blanco lirio deshojado
de tus campos desterrado,
sufriendo, llorando en vano
las heridas del pecado.
¿Qué tan lejos estoy de ti?
Mi querido amor, mi perfumado abril.
Las nubes encapotaron
el azul del cielo y al sol,
un llanto amargo y salado
baña mi verso y el atril.
¿Dime qué será de mí?
Si a donde tú vas no te puedo seguir,
¿Vivir, y para qué vivir?