El oscuro pensamiento francés
redondea mi panza
cuando doy en cuartos
y poso
en fotos que cavan
mi sepultura.
Ser jefa de casa
me crucifica
en la duplicidad.
No hay bicho más poderoso
que el nacido de la muerte/vida
cuando preocupa el techo,
la factura sin pagar
la comida
la inutilidad.
Nivelando Neverland en la puerta,
Novelando Neverland en la red social.
En el fondo del cielo
cuelgan fetos destrozados,
con mucho talento
conformarán otro humano
junto a mezquitas,
sinagogas, santuarios
en papel maché.
Los animales tienen ojos
en el cuerpo, esperan
al asesino que cae
en un descuido
sobre la sed.
No queda nada,
el malparido vende cremas y
pensamientos mágicos,
el de la leontina rebusca
el musgo y conserva
la semilla de opio
tan negra como su alma.
Otro trastea la chaquetilla,
insiste en el gesto
de los hombres que han
sufrido persecución.
Nadie quiere morir
sin foto en la Web,
con ligereza de estilo
perforan la intimidad,
vocalizan culebrillas,
protestan como moluscos
que limpian cristales
de PC noche y día,
noche noche movediza
en continentes
donde no entra mi alfombra
ahora mismo partiría
a trabajar de escriba
pero soy tan paria
como la ahorcadita
que se cuelga en el muro,
himeneo un abandono,
cuando viso la punta del zapato,
y con el hocico zozobro
en la espesura del éxtasis
subo foto, subo mediocridad
perfecta sombra de invierno
que necesita redoble de tambores,
fanfarria de humanidad.
del Breviario de margaritas, 2013