Navego por mares inhóspitos...
donde las brumas y los vientos
tienen nombre de sirena,
entre calas y puertos
de la vieja Albión...
duerme mi corazón dichoso
entre brazos imposibles,
¡ Ay, esas chicas inglesas
de cabellos dorados como el sol... !
¡ Ah, esas damas irlandesas,
de mirada verdiazul... !,
Se diría que un marinero
de España es poco para ellas,
y sin embargo regresando por la
costa de la verde Eire...
a la altura de Kinsale, mi corazón palpita
desnutrido de nostalgia y aroma
a rosas frescas,
como la espuma
de los mares...
de albura incandescente,
es la roca de los sueños.