Me acerco a tus espejos de callados paisajes.
La noche de los ojos suma olvidos, desierta,
suma ríos y mares y unas márgenes yertas
que a ras de la corriente desgasta el oleaje.
No te amaga tormentas un cielo desolado
que se encumbra en su vuelo, si una voz ya te arrima
al tapiz – risa y sueño – matizado de cimas
en que ya luce en lustre su porvenir el prado.
El barroco tesoro antaño luz oscura
y canto entre las manos que acarician la pura
frente donde colindan la muerte y la ironía
es ahora tu árbol de palabras que labran
de luz fechas secretas, sin sombras de agonías,
para que en tu silencio sepultadas se abran.