Carente del afecto mi corazón vacío
fenecida la rosa, es un erial sombrío.
La impoluta belleza que el sepulcro ha tomado,
de incesante dolor, por la ausencia he llorado;
anhelando en silencio la piedad de la muerte,
que esquiva y presurosa me denegó tal suerte.
El albor displicente de sonrisas arcanas,
en mi rostro acerado solo son muecas vanas;
mientras oigo la lluvia con su mágico canto
emulando inclemente largos días de llanto.
La nefasta tristeza que invade el alma mía,
en tormento indecible se tornó día a día;
más vislumbro vestigios de posible esperanza
en recuerdo inefable de distante bonanza.
Espejismo de ensueño es tu rostro añorado,
que en desierto sublime me retorna al pasado;
a esos días hermosos en que amor nos juramos,
y con cálidos besos nuestro mundo forjamos.
¡Oh insólita presencia que vives en mi sueño!
tu existencia perenne es augurio halagüeño.
AUGURIO HALAGÜEÑO - CC by-nc-nd 4.0 - Osvaldo Páez