Al salir de la escuela
en horas del mediodía
el cepilladero se veía
en una paciente espera.
Un festival de sabores
brotaba de las botellas,
y sus bonitos colores
adornaban las aceras.
De piña, cola o limón
de guanábana o parchita
era la misma emoción,
todas eran favoritas.
Raspaba el bloque de hielo
mientras los niños gritaban,
y pedían con esmero
aquello que les gustaba.
Cepillados con sabor
a los años de muchacho;
espantaban el calor
De aquellos momentos gratos.
Tengo en mi mente grabada
de esos años primeros:
Los gritos de la muchachada
comprando al cepilladero.