Maribel Félix Medina

POEMA AL AMOR INFINITO

Árida es mi palabra cuando te nombra,

cuando sale de mis manos y no de mi boca,

y se va escurriendo de mis dedos,

de estos dedos de carne y no de hielo.

Se amasa con mis risas y mis lamentos,

de haberte conocido, amor, no me arrepiento.

Quemadas ya mis heridas,

subes por mi cuerpo,

a mis entrañas trepas,

enredándote en mis sueños.

El amor es un jardín que se escapa,

dejándome sólo los buenos recuerdos,

equipaje que llevo y que late

debajo del ruido constante,

vivido por lo bajo y para mis adentros,

que no quiero que el amor se me escape,

que para pensar en él

bajo mis pliegues lo tengo,

bajo mi piel,

desnuda yo,

desnudo él.

No, no, no me arrepiento

de haberme mecido en él,

de que haya invadido mi cuerpo,

de que le diera forma a mi ser,

a mis locuras, a mis te quieros,

alondra que fuera mi alma

para postrarme junto a su reino

y allí quedarme por siempre

bajo su cetro.

Navegando en sus suspiros,

-palabras dulces de caramelo-

arrullo que el viento me deje

y que empape mis oídos de terciopelo.

Nostalgia que yo tuviera

derramándose junto a mi boca

y así transportar mis duelos

-vastos caminos inciertos-

entre el amor y su sombra.

Amor, temblor de nubes, así te espero,

repartido tu mundo en mi consuelo

y en la magna quietud del universo.