Amanecí en tu cielo encapotado
y tu vértigo de insolencia
inmune a tus palabras
y a tus caricias necias.
Tus mentiras son tu fango
la malicia tu rutina
llamas a todos tus diablos
que habitan en tu retina.
Guardando los soles
no disfrutas de la vida
reniegas de los dioses
y bebes agua bendita.
Te has impregnado de invierno
encarnando en un cuerpo
con tus pies de escarcha
y tus emociones de hielo.