Quizá algún día me arme de valor
para pedirte que me ayudes
a ahuyentar mis fantasmas con tu bondad,
podría pedirte que me dejes
mirar la belleza a través de tus ojos,
y poblar de ideas mi cansada mente,
con tu original manera de pensar,
quizás podría pedirte que me ayudes
a encontrar mi risa en tu alegría,
mi voz con tus palabras y tus cantos,
que me ayudes a crecer y ser buen hombre
con la paciencia maternal que te desborda…
Incluso, un día de estos tal vez junte el coraje
y te podría pedir que vengas a mi vida,
que te hospedes sin reserva, aquí en mi corazón
y pedirte que cambies el mundo, mi mundo,
con tu fuerza y tu juventud,
que me enseñes del amor y la ternura,
con las caricias de tus manos,
que me regales la ilusión y me dejes navegar
en los oleajes de tu pecho y tus caderas,
aprender de la locura y la pasión
con las caricias de tu vientre,
algún día podría pedirte muchas cosas…
Pero no te espantes, jamás podría
ser tan egoísta e inmaduro para
hacerte responsable de mi felicidad…