Con tu dulzura nacieron,
las ilusiones que,
sigilosas,
han impregnado su fragancia
por completo en mi memoria.
Emergieron como delfines,
juguetonas, vivas;
alimentándose de tu existir,
y de la inocencia de aquellos días.
A mis ilusiones les llegó su noche oscura,
al saber que no fui el norte en tu rumbo.
Las vi apagarse lentamente,
como leña húmeda
que lucha contra el incesante fuego del destino.
Hoy mis ilusiones aún se balancean,
como hojas de un árbol,
muy frondosas en aquellas noches
cuando me invade tu recuerdo;
se esconden con timidez
cuando calladamente te miro,
y caen sin compasión
al llegar el otoño de tu olvido.