Qué será de mi recuerdo
de ese solitario recuerdo
que acompaña cada madrugada
mi insomnio y lo rompe en estrellas
y lo acumula en densidades opacas.
Estoy frente al mar, aún
o soy solitario vigía de un templo
en ocasiones primaveral, en otras
sacrificio interno, flora inusual.
Rotulé por intervalos las edades
hasta hacerlas profundamente mías
convoqué su magia hasta deshacerme
resistí la obtusa materia de la rutina
el diario pan contaminado por las
rendijas vecinales.
Estoy solo frente al río, como
un poderoso anillo, que busca
su azul línea de aposentos investigados,
de neutras amarillentas y vulgares
zafias promesas amatorias.
Estoy solo frente a las habitaciones
frente a los órganos interminables
de las flores emasculadas, de los pistilos
o de las coronas escuálidas e insensibles.
No hay más poema que éste, no hay más
concreción posible, estilita del desierto,
parto para no reunirme jamás
con mis ancestros-.
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