Una vez escuche decir que el mundo era chico, era chico para volver a encontrarte con alguien, pero jamás me pareció así.
Por lo contrario, me pareció más grande porque a raíz de tu ausencia, me di cuenta que me sobrara un cielo enorme y millones de parques que tendría que recorrer (sin tus manos) , sabía que detrás de tu partida me quedaban muchas primaveras en las cuales tenía la oportunidad de volver a florecer, y también sabía que ahora tenía muchas estrellas de compañía y una luna que ilumine mi camino sin ti.
Encontré muchas cosas que sin tus abrazos podía conocer, me sobraban flores, me sobraban arcoiris.
Y entendí que el mundo es tan grande querido amigo, siempre se puede ser más feliz, pero también más triste ¿Por qué no?
Tu tren salía en abril, el horario exacto era a las seis y nuestro encuentro era a a las diez, te llevaste un equipaje muy cargado, cargado de mi amor, cargado de mis recuerdos. Tus palabras fueron firmes, te irías para jamás regresar, recuerdo que aquel abril se lleno de tormentas y de tristezas (nunca un abril tan lluvioso) te escribí una carta y te conté..
Te conté que te lloré tantas noches, tantas madrugadas que ya no me quedaban lágrimas, te conté que cada tarde te esperaba y que siempre servía dos tazas de café.
Te conté que mi mejor blues se convirtió en el peor, porque lo desgaste con mis tristezas.
Y te escribí entre muchas más líneas, que siempre pasaba por la estación en busca de algún tren que me lleve a vos. Pero nunca supe a donde fuiste, en dónde te escondiste aquel abril.
Guarde todos los recuerdos y también guarde aquella carta, porque no tenía destino a donde mandarla.
Y una mañana, me pregunté ¿Para quién sería la segunda taza de café? Y comprendí que nuestros caminos no se completaban y que quizá toda esa espera era necesaria para entender que el mundo es grande, y que quizá en algún otro abril encontraré a quien servir la última taza de café.