Esta mañana,
amada,
suspiraba ni alma, viendo entrar los rayos ocres por mi ventana,
Suspiraban mis ojos negros al salir del sueño.
Abrí la ventana de la estancia y se lleno de gracia,
como una rosa blanca
descansaba dormida tu alma pura.
No importa sufrir con tal de verte vivir
No me importa resignarme
Con tal de verte sonreír
Como una noche estrellada
Lloraba mi corazón por sentirte tan cercana,
y dejó de angustiarme una certeza
qué moriré a tu lado.
La lluvia se acerca a la tierra
mojada queda,
triste y abandonada.
Qué suerte la mía
de tenerte a mi pegado
Es imposible despertar de esta vida soñolienta
sin romper su esencia.
En el sosiego de tus brazos
se duermen mis ojos cielo
Y tiembla mi futuro impaciente de esperanzas y besos.
Por fin se derrama el sol de las mañanas y nos levantamos,
Perezosos, preparados.
Luz de un nuevo día.