Como puedo vender mi alma si el amor anida en mi corazón, si mi ojos te buscan y ni la luna te encuentra, ni yo, encuentro respuesta, a esta ausencia que suspira y reclama tu presencia.
El aire que respiro no tiene sentido, los árboles suspiran tu nombre y el viento les obliga a callar. La melodia del piano inunda mis sentidos que me embiagran con el aroma del jazmín que quedó en el alféizar de la ventana bajo la luna.
No tengo fuerzas en este mundo incierto, no pido nada, no quiero nada, sólo el amigo de verdad. No el que presume o asume su papel, sino el real.
Ahora resurgió de las tinieblas, y una motivación inesperada resurge en mí... y el mar ahoga la pena. No fue tu culpa, ni la mía, fue la vida que nos hirió.
El tiempo pasa raudo y veloz, pero los sueños desbordan las ilusiones y la vida abraza los anhelos de niña y mujer.
Y por más que el tiempo camine veloz, no perderé la esperanza y no olvidaré tomar el tren de la alegría y no dejaré que el lucero me impida ver la luna ni las estrellas, será mi noche, mi destino, mi tren.
© Nuria de Espinosa
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