“Y mis versos, sin nido ni alero,
en el azul cielo de tu hermosa vida,
en nubes hermosas se van convirtiendo,
dejando en el alma la más honda herida…”
Gabriel de Campo
…quizás sea tu nombre mi hondo ayuno, el callado tiempo en el que estuve preso. No seamos nada sólo dos extraños: como es el rocío que escurre en la hoja, como es ese mar que acude a la orilla.
Ya no sé decirte -porque nada digo-
A través del tiempo las horas atraviesan;
Dime entonces si no es ambiguo
Interés llamarle (cuando se es amigo)
Raro no es por ello que mis ojos besana
A tu boca. Sin ningún testigo.