YO CLAUDIO

YO NO ERA NADA, PARA TI.

Fueron tus manos,

tus palabras, tus besos

tus caricias que hicieron 

cuanto pudieron de mi, 

para luego dejarme aquí,

y dejarte caer en los brazos

de tu amante, de ese amor 

que según tu era tu vida, eran 

tus ojos, era como tu palpitar 

era como el respiro que te daba

vida en cada instante, en cada lugar.

Hoy vuelves a mi lugar, a nuestro lugar

al mío, al tuyo, al de nuestros hijos, al lugar que 

donde juntos, unidos, compartíamos cada día 

y en cada instante.

Hoy me dices que estas arrepentida, que me hechas 

de menos, que extrañas a nuestros hijo, que te daba mala 

vida, que vivías encerrada un poco más y te encadenaba.

Pero ayer, nuestros hijos te molestaban, te aburrían,

como hombre yo no era nada, no vallía nada,

que era una porquería y hoy con  lágrimas en mis ojos

te perdono y soporto todo aquellas palabras que me hirierón

y me despedasarón el alma.

Te perdono y te sedo nuevamente tu lugar, 

pero no me pidas que nuestro hijos te perdonen

porque supierón lo que era llorar y sufrir por una madre 

que prefirió al amante en ves de sus hijos.