Vaso de néctar lleno infrangible
te muestras, oh corazón diamantino,
y como canto berroqueño alpino
emerges completamente insensible.
Tu pétreo amor, siempre inmarcesible,
a tu fiel prisionero que a ti vino
como dócil y manso peregrino
le es enteramente inaccesible.
¡Oh cruel!, permite a tu esclavo sumiso
degustar ese elixir delicioso
con que ahogar el fuego que lo consume.
Ábrele tu pecho y guíalo al paraíso
donde halle de tu amor el primoroso
árbol que a raudales licor rezume.
Canciones de amor.