¡Oh venus celestial que mi muerte procuras!
¡Oh divina beldad que mi amor asesinas!
Déjame vagar por esas verdes espesuras
que sólo tú en tu dulce soñar imaginas.
Libera a tu esclavo del nudo inextricable
que lo encadena con fuerza a tu cruel corazón,
para poder recorrer vagaroso y afable
los jardines de las Hespérides y de Orión.
Deja que peregrine los mundos impolutos
en donde reinan la dicha y la felicidad,
en donde no cuentan las horas ni los minutos,
en donde todo sea permanente eternidad.
No detengas más a tu prisionero amado,
no lo atormentes en esta terrible prisión,
permite que vuele libre al cielo estrellado
do algún día estemos los dos en íntima unión.
Canciones de amor.