El tiempo me lanza hacia delante, implacable.
A veces quisiera resistir, como el viento que se esconde
detrás de esquinas sin camino.
El tiempo; ancla que me lleva al fondo,
a veces hiere, a veces sonríe.
Plantea mi constante guerra
y se torna aliado cuando practico responsablemente
el olvido.
En los días filtro la ansiedad por esa locura
que produce la vigilia en las noches,
esperando paciente el sueño,
pero entonces pruebo nuevamente mi rutina
de recuerdos e insistentes sueños
de lo no vivido, inquietantes mares
en murmurantes orillas del pensamiento,
acompañados de vientos que rozan sentimientos.
El murmuro de algo inmenso y vivo;
eso es el recuerdo.