Tú y yo. Dos pronombres
que juntos no son nada.
Tú, por tu parte, eres muchas cosas,
a saber: agraciada, profundamente libre,
quizá consciente (o no) de tus tristezas,
independiente, ambigua, y doy por cierto
que alguna vez me viste
con casi buenos ojos.
Yo, por mi parte, soy algunas cosas,
a saber: tolerante, terriblemente utópico,
quizá inconsciente (o no) de mis desolaciones,
inofensivo, terco, y doy por absolutamente irrefutable
que siempre te miré
con los ojos resueltos a seguirte.
Tú y yo. Desconozco
cómo serás ahora, acompañada
de ese tenaz e inicuo
pronombre personal y masculino
de tercera persona. Me reservo
el derecho infecundo a recordarte
ataviada tan solo con mis rancios
y frívolos epítetos.