Chocan nuestras bocas en el silencio sordo,
las lenguas se enredan mojadas,
tiernas, ruidosas, peleonas,
ni la lujuria las calma.
Las bocas vuelven a embestir desordenadas, sufren las lenguas,
enjauladas, muerden los dientes los labios quebrados por las ganas. Rojos de deseo,
gruesos de amor humano.
Nos caemos derretidos en la cama,
el sudor se derrama por los cuerpose n batalla. Las manos sujetando los cuerpos enfrentados, por ganar el amor dorado.
Y el tiempo pasaba, no se aplacaba, ni una pausa para meditar, para reconocera la verdad.
Acabamos con prisas, con temor y sin risas.
El tiempo no esperaba,
la decisión era nuestra. Sin mas.
Él tiempo voló como un pajarito,
que no comprendimos que era imposible enjaular.
Las bocas, sabes, solo son escondites de los rojos besos.
¿Me acompañas?