La tinaja
Triste, besando la noria,
está la antigua tinaja;
llena de pobres alhajas,
tiene tristeza de novia.
Ahora todo la agobia:
el racimo de la nube,
esa lágrima que sube
a la frente de la menta.
Todo lo que el viento cuenta
cuando pasa en sus querubes.
En sus tiempos de chiquilla
como una rosa de greda,
se llenaba de la seda
de aromáticas semillas,
de mantecas amarillas,
o trigo acuñado en oro,
como un bendito tesoro
guardadito pa´l invierno,
también de membrillos tiernos;
como este que me devoro.
El vino en sus dulces sones
bailó feliz en su vientre
inquieto cual fuera un diantre
alegrando a los patrones
y a toditos los peones.
¡Ay!.. qué linda eras chiquilla
en el tiempo de las trillas,
llevando chicha harinada
pa’ servir con empanadas,
echadita en las gavillas.
Parece que aún resonara
la vihuela de algún huaso
al fondo de tu regazo.
Caracola dulce y clara,
si parece que soñaras
bajo la pálida luna,
como sueña aquella cuna
de los nidos en invierno,
cuando el día se hace eterno,
lleno de frío y de bruma.
Pero ves, tinaja mía,
al final de nuestra vida
la soledad nos convida
a sufrir esta agonía,
nos llenamos de lejanía
como parpadeo de astros;
aquel que deja su rastro
como la niebla su velo,
entre los ojos del cielo
entre los verdes pinastros.
¡Oh corazón de mi infancia!
panal que todo lo encierra,
lo más puro de la tierra;
de mi madre su fragancia
cuando amasó tu sustancia,
con sus lágrimas, con amor,
como amasa aquella flor
sus pétalos en el alba.
Tú eres mi paz y mi calma
cuando me abraza el dolor.
Alejandrina.