Te irás y no volverás. No sé si dejarás herencia. Nadie te dictará sentencia. Y tú tampoco brindarás. Vivir con disimulo. Vital para guardar secretos. Tener escondidos los amuletos. Sin llamar al trasero, culo. Conocí la dureza de la censura. Buscaba revistas con desnudos. Los críticos estaban mudos. Así de cruel era la dictadura. Al final vence la naturaleza. Porque la sangre es caliente. Es invencible lo que es ardiente. Y la fealdad torna en belleza