Decidí irme de un lugar donde jamás estuve,
Como vagabundo transito a oscuras en esta inmensa soledad.
La taciturna Selene en silencio me contempla,
Y el llanto de los perros es mi dulce comparsa,
Cómo despedirte si nunca llegaste,
Tu presencia deja estela de una ausencia perenne.
En el puerto de la vida no hay pañuelos agitándose,
Ni globos multicolores surcando los cielos.
La bandera de la experiencia ondea estrepitosa,
Mientras el viento del olvido hace certero su trabajo,
La despedida sin bienvenida es la vorágine del silencio.
Mi rostro se diluye en el manantial de tu memoria,
Al caer infinito en la roca de tu adiós.
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