Que la noche incendie los mares.
Golpee el núcleo del hueso, los mapas
adolescentes,
Sangre la reina danzante
violen mi nido propietarios del sueño
vigilen en la distancia mi protesta elocuente
despojen hurten maniaten torturen mi goce
manos consternadas de azul marítimo:
sales invertebradas de golpes en los dedos,
tizas invernales de sangres compungidas.
Profanando como un monarca obeso
la decadencia de las ciudades
un incendio o dos qué importa,
tamaña barbarie, hibernando
en lo lejano del sueño, en lo lejano
del aire, desierto con olor a teja.
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