“Crees que has vivido y no es así, mueres y ni cuenta te das…/ Te confundes y dices “volví” y al final lo cierto es que te vas”.
Es la historia de un poeta siempre inspirado
que un día amaneció sin inspiración alguna.
Ya no tenía los recursos de antes a su lado,
ni el viento, ni las estrellas, ni el mar, ni la luna.
Poeta que, sin entender, sintió su alma vacía;
sin rimas, sin versos, atrapado en la nada…
No había un relato con una buena fantasía
ni el rastro de una historia al menos empezada.
La noche misma no era su aliada para escribir
y la soledad tampoco le brindaba mucha ayuda.
¿Sería que se murió de tanto hablar de morir?
No quería pensarlo, pero él ya tenía esa duda.
Sólo muerto no sentiría, así nunca escribiría
y jamás habría inspiración que lo animara…
No recordaría emociones vividas algún día
y hasta sería inútil que el viento soplara.
Estando muerto no habría luna que valiera
ni un mar celoso e indeciso en sus versos.
Nunca crearía rimas y de ninguna manera,
sería un escritor flotando entre universos.
Ni de día ni de noche, un muerto no escribe
ni dice lo que piensa o aquello que quiere.
En la soledad un poeta que se precie, vive,
pero en ocasiones y sin saberlo… muere.
Es la historia de un poeta inspirado, cierto…
que un día para escribir no halló motivo.
Díga usted si por su alma vacía estaba muerto
o es que siempre escribió… sin estar vivo.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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