La voz que rompió el silencio,
la soledad que auyentó tus vacios eternos.
Yo fui la habitante
que llenó el espacio
por un breve momento.
Fuí el sentir del frío que templó tu fuego,
la pelegrina en tus aposentos.
Eso fuí.
Pasajera sin boleto,
invitada a corto tiempo
para llenar los espacios,
para romper el silencio.
Fuí la soledad que rompió tu soledad,
la que escuchó de lejos y de cerca.
Pasajera sin boleto en un tren
esperando inutilmente,
mientras tú huías
sediento de otros puertos,
otras estaciones por conocer,
otras voces.