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LA CIUDAD DE LAS CLOACAS...

En la ciudad de las cloacas...

un enjambre de carteles publicitarios

taladran la conciencia de los niños.

Sus caras infantiles

parecieran pedir limosna...

en el cáliz despoblado de la noche.

 

La inocencia murió despacio

y sin pecado...

antes siquiera de poder imaginarla.

 

Todo parece una extraña sombra...

en el lado inveterado de las cosas,

cuando el amor al exceso y al dinero...

apenas desbarata

el exquisito aliento putrefacto

del hábito imponderable en su vacío.

 

Yo conozco el alma circunspecta

de las cosas...

de las damas que sueñan con su armiño,

mientras el bozal y la cadena

que ahogan sus conciencias...

parecieran dormir tranquilamente,

en el silente paredón...

del dolor y del reproche.

 

La sinsustancia de la ira es la parábola

incandescente y enferma

de una sociedad sin nombre,

 

tan sin pulso...

en la callada y anodina quintaesencia

del horror y del vacío,

que se diría... que el foso

descuidado de su arista,

 

es apenas un proyecto inalcanzable

en el marco inexcusado del amor...

en lo absurdo de su vuelo.