XXVI
Es tal vez una obsesión estéril,
Tenerla en mi pecho prendido,
Hoy es un día especial
Para la mujer que he querido.
El día que ella nació,
De aquel vientre bendito,
Las rosas engalanaron
con sus mejores vestidos.
Su alimento fue ambrosía,
Maná del cielo divino,
Los pechos que le amamantaron,
También Jehová los bendijo,
Por eso de la vida
He sido agradecido,
Por verla con mis ojos,
Encantado dulce delirio.
Desde la distancia profunda,
Un dulce beso le envío,
A través de este delicado viento,
Rozarle su rostro bonito.
Enjugue cualquier tristeza,
Incluso si la he infligido,
Ruego con el corazón,
Con ojos inquisitivos.
Extracto Bitácora de un Desvarío
Alexander Perdomo
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