¿De que color son los sueños
que tienen los soñadores?
¿Acaso tienen los tintes
de fúlgidos horizontes
o tienen esos reflejos
que provocan las pasiones
que despierta el sentimiento
del amor hacia los pobres?
¿Serán los sueños del bardo
esos mundos de colores
que pintan las esperanzas
con sus trinos de zenzontles
y que cargan los matices
de los antiguos dragones
que ayudaban a los pueblos
a vencer sus opresores?
¿Acaso sus utopías
son destellos de ilusiones
que van sembrando caminos
de luminiscentes flores
igual que los caballeros
como fuera Don Quijote
que nos enseñó la gloria
del corazón justo y noble?
¿Que color tienen las almas
de aquellos que hacen canciones
inspirando al oprimido
con arpegios luchadores?
Serán claros como el agua
esos hermosos bemoles
que de sus liras florecen
cual trino de ruiseñores?
¿Será la pluma del vate
saeta de fino roble
con el matiz purpurino
de bellas constelaciones
desparramando sus versos
que iluminan como soles
y dirigen nuestros pasos
donde justicia se impone?
Pienso que todos los tonos
los abarcan los cantores
que cantan a libertad
enarbolando pendones
que levantan el coraje
de quienes la lucha escojen
para acabar injusticia
que hace de equidad jirones.
Por eso nuestros poemas
deben tener los acordes
que tengan esos rugidos
del gran león en su bosque
cobijados de hidalguía
de los antiguos tambores
que tenían de los Mayas
sus libertarios blasones.
¡Y cuando todas las almas
vibren con fuertes ardores
no habrá tirano asesino
que nuestros sueños derrote
y brillaran nuevamente
arcos iris tornasoles
que traerán impregnados
amor, coraje y fervores!
Autor: Aníbal Rodríguez.