Resistir contingencias climatéricas
y vivir cuando no queda esperanza,
son tus primeros atributos, Nyd,
en aras del mundo y de los hombres.
Si aceptamos todo con sabiduría,
sin tanta destemplanza del espíritu,
será entonces la carga más liviana
que pizca de algodón sobre los hombros.
Igual que aquellas compañeras tuyas,
regulas en Islandia el milagro del amor,
cuando los ungidos aceptan el ritual
que al cumplir con tu deber impones
a quienes luchan por la miel divina.
Eres esa que impele la conquista
de metas más lejanas y difíciles,
por tus íntimas fuerzas desatadas
que permiten resolver conflictos
dejando cada cosa en su lugar.
Necesito por tanto de tu apoyo
para mejorar mis actos voluntarios,
recuperar la esperanza ya perdida
y recibir el destino como venga.
Si me das tan necesarios dones
cantaré cada día ¡Nyd! ¡Nyd! ¡Nyd!
como un oficiante en sus altares,
olvidando desde hoy, con alegría,
que eres la efigie de la necesidad.
11
Es tu piel como barniz helado
de las bahías y ríos escandinavos,
a través de los cuales transitaron
los primeros guerreros y los dioses,
como reza el texto rúnico islandés:
El hielo es la corteza de los ríos,
el techo acristalado de las olas
y la destrucción para los hombres.