El atardecer tiene inscrito tú nombre
pareces una lluvia de rayos celestiales
tus ojos son semejantes a la delicada sombra que se refleja en las montañas al caer el sol.
Largas son tus pestañas, largas como el tiempo, largas como la noche, largas como la vida cuando tú no estás aquí.
Eres suave, tan suave como la primera luz de la mañana,
tus manos demuestran destreza, tus ojos candentes, tu sonrisa traviesa, tus labios de morder.
Cada que contemplo al sol en su último esplendor me acuerda a ti, al brillo de tus majestuosas lunas, a tu andar y su fortuna.
Dichosos son los pastos al verte recorrer su extenso campo,
dichosos son mis ojos al poder presenciar la belleza con la anuncias la verdad.