Mi único devoto, mi amante y mi escudero
osado y atrevido, galán de mis desvelos
que asume mis caprichos, mis ansias, mis anhelos
dejando con ternura su sello placentero.
Mi amor, mi consentido, mi intrépido viajero
que siempre peregrino se afinca en mis revuelos,
que impregnas tus delicias, me elevas a los cielos
en tórrido arrebato mi délfico alfarero.
Me mimas, me seducen tus manos de poeta
las mismas que acarician y vierten su dulzura
aquellas que apasionan, que alcorzan y cincelan.
¡Y qué decir del verso que dicta esta locura
resuelto, vigoroso, que inspira y que decreta
el oasis intenso de aquellos que se anhelan!
Aimée Granado Oreña
Gota de Rocío Azul