Dejar de remar, ser madera en el caudal del tiempo.
No ser más que el soñador,
que se ha quedado con los sueños.
Ser la pupila, no la garza.
Dejar de ser, para ser, dejarse ser.
Porque no existe un templo donde descansar,
somos el templo.
Porque el cuerpo es un lugar, un hogar,
conciencia, quédate dentro.
Porque no existe la soledad en el océano,
allí no se contempla la vida, se vive...
Para qué remar, por qué, a dónde debo ir,
si aquí he de existir.
A quién debo buscar, por qué, si en mí,
está el aliento.
Dejaré de remar, de querer ser más,
porque soy basta, cuando me detengo.