Eras tan joven, tan tierno, tan lleno de todo,
y yo... sentía que me estaba perdiendo
en un desierto de arena, en los susurros del viento,
en las cosas que decías, en las palabras del sueño;
eras casi tan joven, como el nacimiento de un pétalo,
y yo, una rosa marchita, que ha desprendido el tiempo,
comencé a sentirlo y comencé a morir,
porque tú, mi pétalo, estabas dando paso a mil cosas,
a medida que crecías, esta rosa se ahogaba,
ya ni el viento, ni el agua, podían ver su agonía,
no podrían advertir la agonía de esta rosa marchita,
y tú, joven, lozano, te levantabas envuelto,
en luces y cantos, para ti había llegado el verano,
se habían cerrado mis hojas, se desprendían del todo,
había comenzado mi otoño, sin embargo, me aferraba
a las quimeras del tiempo, a vivir de un verano,
a no sentir que de frío, mis pobres estambres murieron,
que solo quedaba mi pequeño tallo, ya tan débil,
y al tratar de atarlo al suelo en este calido otoño
con apenas un leve viento al suelo cayeron.
DOMOTA