Ultrajada en su templo
recreando su opaco mirar
en las magnas manos
cubriendo en manto
su maltrecha figura que
como pálida sombra
silenciosa emerge.
En pasos aquietados
cuenta las noches
que sin amor se entrega
al despiadado destino.
Atemorizada calla,
siguiendo sus días
goteando calvario
notas negras en arpegios
resuenan en lo más
hondo del abismo
esperando su
libertad.