Ben-.

Sueño africano-.

Donde las hienas duermen

tranquilas, como fieras dominadas

por familias crepusculares.

El sol muerde los muslos con sangre,

y la envidia, ofrece sus fauces a la acometida

del baile sin máscaras.

Allí la luna desciende sin objeto entre

raíles de perfidia metálica, y alguien

busca los minerales de la desidia

como barcos que se hunden hasta la cintura.

Proceden con cautela los miembros disminuidos,

las exigentes maderas que danzan en cuerpo y alma,

sobre acantilados deplorables: es la mañana

del león. Del acerado diente amarillo, de la noche

descendida por los ríos como trenes boca abajo,

como azucenas mortecinas que exigieran su leche

del pecho materno.

Es la tarde del día incisivo; es la tarde plena

que combate y conecta laberintos de luz.

Ideogramas falsos o vacíos, quedan suspendidos.

Sólo un cuerpo queda surtiendo de sangre los edificios:

las plantaciones drenan sus superficies.

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