Si la razón de la sinrazón
te llevó a la locura,
qué te puedo yo decir,
mi estimado Don Quijote,
sino abrazar tu demencia de amor
y tu frágil figura.
Estaría dispuesta a pelear
contigo una batalla
contra un gigante molino
solo para sentir lo que siente
un corazón valiente
que toma el control de su camino.
Inventaría un Dulcineo
para llevarlo como bandera
pues no hay lucha más noble
que el amor que no hace guerras.
La amistad fiel y leal
cual Sancho Panza tendría
la misma figura bonachona
y su misma simpatía.
Cuántos sueños y aventuras
en un viejo Rocinante
sin temor cabalgarían!
Eso de amar con entrega y pasión
no ha sido nunca,
ni para Elvir ni para Cervantes
una boba tontería.
Enséñame tú, Don Quijote,
con tu sencilla sabiduría,
a vivir amando la locura de la vida!