¡Que felices que fuimos esos días
observando los cedros señoriales,
escuchando cantar a los zorzales
del amor, las mas bellas melodías!
Con tu cuerpo perfecto me decías
las palabras mas dulces y sensuales,
que llevaban alientos matinales
con los cuales, preciosa seducías.
Y soñando los dos con el futuro
te tomaba con ansia apasionada,
y tus ojos serenos, verde-oscuro,
me brindaban la luz de tu mirada;
sin pensar que el destino incierto y duro
nueva senda tenía preparada.
Autor: Aníbal Rodríguez.