alupego (Ángel L. Pérez)

VERSOS, LÁGRIMAS, PUPILAS

VERSOS, LÁGRIMAS, PUPILAS

Las plañideras lloraban,
con las lágrimas prestadas,
de sus entrenados ojos.
Una sutil amalgama,
de llantos y letanías.
Como rimeros sin vida,
de guirnaldas de hojalata.
Y en el semblante lloroso,
una lividez fingida.

La luz torna blanquecina,
en el espejismo denso,
de la mirada cautiva.
En los fugaces momentos,
aferrados a la vida.
Una cadena partida,
para bailar sin cerrojos.
Unos singulares ojos,
que observan pero no miran.

La hierba reseca al Sol,
que la doblega y humilla.
Inminente resquemor,
de la grieta que se activa.
Una palabra vencida,
antes de tener valor.
El amor tumbado al sol,
disfrutando de la vida.
Los ecos de un corazón,
que con el calor se avivan.

Se quedó sin rumbo el verso,
que deambuló entre las rimas,
pernoctando entre los huecos,
que va dejando la vida.
Danzan letras y conceptos,
saltan acentos que olvidan,
de que cabezas salieron.
Y las palabras se apilan,
como el agua de aguacero.

Mirada que abraza y huye,
fingidamente atrevida.
El reflejo titilando,
en las furtivas pupilas.
Abanicos que deslumbran,
como espejos que respiran.
Enamorados destellos,
que del néctar se alimentan.
Como lámparas de sueños,
oscilando en la neblina.

Ruedan lágrimas resecas,
de perfiladas aristas,
dejando surcos nostálgicos,
en la lívidas mejillas.
Sabor salino que nutre,
la belleza que se olvida.
Y entre cálidos vapores,
los ojos sin verlo miran.
Como faros en los gestos,
encastrados a hurtadillas.

La voz profunda se oye,
ronca de aceptar la vida.
Matices entre las notas,
para modular la rima
Y el aire saliendo a golpes,
de la experiencia vivida.
Un silbido se desliza,
en la aurora cristalina.
Aviso a los navegantes,
que pongan fin a sus cuitas.

Llegó con los ojos llenos
de veladas alegrías,
Las miradas de otros ojos,
se fundieron con su brisa,
para peinar los destellos,
de sus alegres pupilas.
Llegó con el alma llena,
para llenar otras vidas.
A.L.
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08/08/2019