LA VIDA NADA MÁS
La vida que murmura. La vida abierta.
La vida sonriente y siempre inquieta.
La vida que huye volviendo la cabeza,
tentadora o quizá, sólo niña traviesa.
La vida sin más. La vida ciega
que quiere ser vivida sin mayores consecuencias,
sin hacer aspavientos, sin históricas histerias,
sin dolores trascendentes ni alegrías triunfales,
ligera, sólo ligera, sencillamente bella
o lo que así solemos llamar en la tierra.
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DEDICATORIA FINAL
Pero tú existes ahí. A mi lado.
¡Tan cerca! Muerdes una manzana.
Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo, y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso que –¡basta!– te beso!
¡Y al diablo los versos, y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor, y aunque sea un disparate todo existe porque existes, y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio.