En una noche gélida y oscura
te apareciste de blanco vestida
ante mi pobre y mísera guarida
para liberarme de mi amargura.
Era tan etérea tu figura
que con la niebla parecías fundida;
entre la lilial nieve confundida
aún mayor me pareció tu hermosura.
Absorto por tu súbita visión,
seguí en pos de tus pasos ingrávidos
para alcanzar el níveo cendal
que apenas velaba tu aparición.
Te perseguí con movimientos pávidos
hasta perderme en la noche invernal.
Canciones de amor.