Inspirado en tus formas tan magníficas
me atreví tu marea a navegar,
y tus gracias sensuales y prolifícas
en tu muelle me hicieron naufragar.
Cual pirata perdido por los mares
en tu lecho encontré mi madriguera,
donde pude sentir los azahares
que perfuman tu tierna primavera.
Esa tarde de sol bañada en oro,
cuando el cosmos se pinta de belleza,
yo robé tu inocencia y tu decoro
convirtiendo en pasión tu gran pureza.
Te brindé mi canción enamorada
con las notas de dulces violoncelos;
las campanas de tu alma apasionada,
repicaron cubiertas por anhelos.
En el mar de caricias, y de besos,
se perdieron tus dudas y temores,
tus suspiros calaban en mis huesos
con sonidos de gaitas y tambores.
Las estrellas miraban sorprendidas
nuestros cuerpos, en uno entrelazados,
parecían antorchas encendidas
que dejaban sus halos eclipsados
Fue lo nuestro tsunami tempestuoso
que rompió las amarras de cordura,
y quedamos flotando en prodigioso
y sublime placer de la locura.
Autor: Aníbal Rodríguez.