Un mano se poso en mi mejilla y me pregunta ¿Por qué lloras?
Me encontraba solo, en una habitación rodeado de objetos
Eran flores que se abrían con la fragancia del recuerdo
Por la ventana, entraba el noto
reminiscencia que me choca como un faro abandonado
La mano bajo, paso por mi cuello
Como si pasara por un puente de azucenas
me toco el hombro,
me apretó con la fuerza de la esperanza
no tuve más gesto que el hundirme hacia mí adentro,
contorsionarme en la sinfonía de ese abrazo
La aureola se fue a buscar otros rostros que iluminar,
dejándome en soledad con aquella mano,
una mano que era la mía
un amor que me era propio.