Me perdí silente en la cálida tarde.
Me besó el ocaso con mucha ternura.
La fresca brisa me abrazó sin premura.
El astro rey se ocultaba sin alarde.
Entre tantos recuerdos apareciste.
Acaricié tu frágil, tierna figura.
Siempre hermosa, mi galante creatura.
En ese primer amor te convertiste.
Sonreí admirando el límpido horizonte,
Respirando la fragancia de la tierra,
frutos y flores silvestres de la cierra.
Mientras escuchaba el canto del cenzontle
Gracias vida por haberte conocido
permanecerás hoy y siempre en mi ser
cual jardín eternamente florecido.