Anoche soñé con la muerte
La noche se tornaba fría, lúgubre y misteriosa
Sin ruidos, de aires apacibles y silenciosa
El sueño me acogió de placeres generosa
La mente empezó a volar por los cielos, en forma asombrosa
De pronto entró una ráfaga de vientos por el ventanal
Y una espesa neblina se deslizó por el umbral
Un ruido macabro acabó con el silencio fantasmal
De un salto me desperté de aquel sueño infernal
La nube blanca cubrió el cuarto de mi habitación
Misteriosamente fue apareciendo, se acortaba mi respiración
Cubierta de una capa negra y un bastón, entré en pánico y desesperación
No hubo gritos, ni alaridos, ni de rezos de consideración
La neblina se fue a lo lejos, por la ventana esfumando
El fantasma de la muerte con su trinche en llamas, se me fue acercando
El cabello se me fue parando, paralizado y mudo fui quedando
De las cuencas de aquella calavera, de fuego me fue llenando
Se paró frente a mí, sacando chispas, moviendo su bastón
Me hacía señas con su cabeza, que saliera de la habitación
Mi cuerpo se agitaba y aceleraba los latidos de mi corazón
No acepta conversaciones de súplicas, ni explicación
Se me acercó tanto, que con voz de ultratumba me dijo, que era tiempo de morir
Mi hora había llegado y de este mundo tenía que partir
No hubo espacio para las despedidas, ni de aquel silencio poder interrumpir
Me cubrió con su mortaja negra, el sueño eterno con la parca compartir
Se fue lo hermoso de la vida, de amigos y familia favorita
Llegó con la muerte el tiempo de sombras, si algún día resucitas
El espíritu voló al infinito, el cuerpo se pudre y en polvo se marchita
Vivamos al máximo cada instante, de abrazos y bendiciones benditas
Mi cuerpo yace en un camposanto, cubierto de rosas y margaritas
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga agosto 10-2019