ella era una paloma enjaulada
que cada dia lloraba su libertad,
su gemir era una voz desesperada
que nadie parecia escuchar.
no falto el buen samaritano
que de ella sin mas se conmovio,
y con la fuerza de viento solano
sus barrotes el rompio.
al verse ella libre al fin,
volo, volo y volo lejos de su prision;
ni una mirada de gratitud gentil
a su libertador le brindo.
esa paloma no sabia
que su ingratitud tendria precio,
pues vendria aquel dia
en que quedaria cautiva de nuevo.
esta vez ya no habria buen samaritano
que de ella se compadeceria,
no habria quien le tendiera la mano
ni quien la consolaria.
a lo lejos se escucha un gemir,
un gemir terrible y desgarrador,
otra vez la paloma volvio a vivir
el desconsuelo de la prision.
la peor de las prisiones
aunque estes en libertad,
no es la de los barrotes
sino que la ingratitud sin final.