Descubro a mis ojos revisando los recuerdos,
insisto en que es inútil que quieran hacerlo
porque las entrañas de las añejas auroras
se han encargado de encerrarlos bajo siete llaves
en la noche en que unos miedos robaron mis anhelos.
Y sin embargo,
bailando al compás de una melodía ingenua
que entra por las rendijas
de mi corazón vestido de puro sentimiento
mis labios acarician la nostalgia
al recorrer los recónditos escalones de los besos.
Me deleito del frenesí de la piel que cubre los senderos
que me llevan a un mundo paralelo y sin espejos
encuentro ecos brillantes que me traen de la mano
aliándome con las aves transparentes del misterio.
Y florezco nuevamente entre jirones de silencios
al clarear un nuevo día en el final de mis versos
para acariciarme en la frente de la aurora
un beso amante como en la resolana del amor eterno.