Entre niebla y llamarada
fue emergiendo tu figura,
amo y señor de la altura,
blanca nieve inmaculada,
rumor de canción helada.
Por tus caminos de viento
lanzó el arroyo su aliento,
nació el lago, el bosque, el río,
el ave y su vocerío,
nació el jardín opulento.
Fuiste testigo silente
de la gesta neuqueniana,
la lucha en edad temprana,
el esfuerzo de la gente
en el poblado naciente,
allí estuvo tu bandera
marcando clara frontera,
rincón de verdad y mito
santuario de antiguo rito
de raza fuerte y guerrera.
Rasgo del suelo neuquino,
tu temblor en el cristal
es reflejo matinal
del lago azul cristalino,
y la brisa se hace trino
y la mutisia florece
y el amancay reverdece,
paleta de un pintor diestro,
tan patagónico y nuestro
que a los Andes embellece.
Enhiesta mole rocosa.
emblema de mi Neuquén,
en los brazos del Pehuén
dejo mi rima y mi prosa.
Mi tierra, mi tierra hermosa,
tan amada y tan lejana,
con el Lanín se engalana
todo el verdor del paisaje
y entre sombras del follaje
canta tu alma provinciana.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.