Había un pajarillo que vivía en una caja oscura de cartón y feliz volaba en sus alrededores, pensando que ese su mundo era el mejor; que era feliz así.
Un día, divisó en una esquina de la caja, un pequeño agujero y llevado por la curiosidad se acercó a él,
y al ver con sus ojitos, que la luz que penetraba, era potente y muy luminosa, comenzó a empujar muy fuerte con su dos alitas, y con todo su cuerpo para salir por el agujero, y así, ayudado también por su pequeño pico, logra agrandar el hueco y sale al exterior.
Al ver las maravillas que había fuera de su casa, se dio cuenta que estaba viviendo en la monotonía y estrechez de una vida reducida, limitante y chata, y en esta nueva vida todo era distinto, aquí había alegría, luz y libertad. Loco de alegría comienza a volar, liberado de ataduras, de perjuicios, allí podía hacer lo que deseaba sin temor a ser juzgado, allí no tenía que tener caretas con nadie, no necesitaba comprar muchas, ni trabajar tanto para ser feliz. Allí en ese lugar, lleno de luz entendió que era la verdadera y plena felicidad.
Ese pajarillo encerrado en la caja de la monotonía, somos tú y yo, encerrados en esquemas mentales, en la monotonía de levantarnos, desayunar, trabajar, hacer dinero y que llega cansados a descansar y pensamos que eso es la vida, que ganar dinero, tener cosas, es la felicidad y vivimos un poco ciegos en nuestra caja reducida y oscura. Y cuando hallamos esa luz de libertad de plenitud caemos en la cuenta que andábamos errados que la vida es más simple, que no necesitamos tantas cosas para ser felices que podemos ser felices con poco, que esta vida vuela tan rápido y se nos va, sin haberla disfrutado, sin haber hecho lo que siempre hubiésemos deseado.
Y para los que somos creyentes esta luz es la luz de Dios liberadora que nos hace vivir desprendidos de todo, no encerrados en cajas de famas, familiares, afectos de amigos, ni nada, porque nuestro amor pleno y seguridad está en Dios. Porque sabemos que esta vida no es eterna, que algún día terminará su ciclo. Por ello volamos libres, sin apegarnos a nada, ni a nadie. Hacemos lo que nos agrada con libertad, sin presiones, sin competir con nadie; con mucha alegría volamos libres y por ello llevamos en nuestro pecho un poco de esa luz en que vivimos y los que nos tratan sienten esa luz también.
Autora: Edith Elvira colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados